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Nuestra Psicóloga María Dominguez nos da unas claves para cambiar nuestro diálogo interno. Es uno de los entrenamientos más exitosos para conseguir el objetivo más preciado que es el bienestar.

Lee su artículo y sabrás qué hacer desde hoy mismo para trabajar sobre ello.

 

¿Qué es?

Todas tenemos un diálogo interior, consciente o inconsciente. En nuestra mente no existe el silencio, el diálogo interno es constante, puesto que nos decimos diferentes afirmaciones acerca de lo que pensamos, sentimos y hacemos.  

El autodiálogo, diálogo interno o interior es una estrategia que se pone en marcha gracias a diferentes procesos mentales que se aplican con el fin de regular los pensamientos y emociones. Gracias a esto se pone en contacto nuestra parte racional y emocional, dando lugar a la toma de mejores decisiones. 

Cuando nuestro diálogo es positivo o constructivo nos permite modificar sistemas de creencias desadaptativos por otros más saludables que dan lugar al desarrollo de un  buen funcionamiento psicológico. 

Por el contrario, cuando este es negativo o destructivo, la forma en que nos dirigimos a nosotras mismas es peyorativa. Nuestras creencias más disfuncionales se ven retroalimentadas, influyendo en nuestro autoconcepto y autoestima presente, condicionándonos el futuro. 

Un ejemplo aplicado sería: nos envían la corrección de un trabajo y no nos sale tan bien como creíamos. Ante este acontecimiento, las personas evaluamos lo ocurrido y tendemos a reacciónar de una de las siguientes maneras (a) joba, que pena que no haya sido capaz de hacerlo, ahora con la corrección ya sé cómo mejorarlo; o, (b) soy un fracaso, todo me sale mal, así no llegaré a nada en la vida. Soy tan inutil que ni un simple trabajo puedo hacer. 

¿Cuál es su origen?

El modelo interno es idiosincrático, este nace a partir del modo en el que las figuras de apego nos hablaron (por ejemplo, nuestra madre), y continúa desarrollándose gracias a las relaciones significativas que creamos y a lo que decimos nosotras acerca de los actos de las demás. Es por ello que, el contenido de estos mensajes proviene de nuestras experiencias, creencias, y sentimientos, los cuales se encuentran en constante interacción, dando lugar a una determinada conducta. 

Implicaciones

El autodiálogo cobra muchísima importancia en la regulación emocional, funcionando como modulador, atenuando o aumentando la intensidad de las emociones. Así mismo, su uso ayuda a mejorar la capacidad de control atencional, el manejo del estrés y del estado de ansiedad, la autoconfianza y motivación, influyendo en la regulación del esfuerzo y del rendimiento.

Cómo modificarlo

El modo de hablarnos debe pasar de modo automático a manual en un inicio. Según la psiquiatra y psicoterapeuta Anabel González, para modificar nuestro diálogo interno es necesario que nos realicemos las siguientes preguntas en el siguiente orden y forzarnos a verbalizar la contestación aunque seamos conocedoras de la respuesta. De este modo lograremos el aprendizaje que tanto ansiamos.

  1. ¿Qué me digo a mí misma? En ocasiones desconocemos la existencia de estos pensamientos. Es por ello por lo que para tomar conciencia resulta de ayuda plasmar estas frases de manera literal sobre el papel. Ahora debemos analizarlos fijándonos en el tono, en la cantidad de descalificaciones presentes, etc.
  2. ¿Dónde lo aprendí? Es ahora cuando debemos analizar la fuente, en ocasiones estas personas ya no están presentes en nuestras vidas, o, por el contrario, continúan manteniendo estas afirmaciones hacia nosotras. Para analizarlo podemos hacernos preguntas como:¿El emisor de estos mensajes me trataba bien? ¿me respetaba?, etc. 
  3. ¿Me ayudaba cuando esas personas me lo decían? o ¿Me ayudaría que los que me rodean ahora me dijeran esas cosas? Desastre, vaga, pesada son palabras que pueden aparecer plasmadas en la hoja. Que nos menosprecien supone un peso en nuestra mochila que no favorece al cambio y, que por tanto, no queremos llevar a cuestas.
  4. ¿Le diría eso a una persona que quiero y que me importa? Para ello lee la frase, cierra los ojos e imagínate haciéndolo. En el caso que la respuesta sea afirmativa pensemos en otras opciones que no dañen a la persona y que surtan un efecto similar. Si, por el contrario, nos parece un acto de crueldad, esto nos ayudará a tomar conciencia del modo de hablarnos. Recordarnos reiteradamente aquello que creemos que hacemos mal, sólo logrará aumentar nuestro malestar.

Ahora es el momento de pensar en el cambio, y de comenzar a crear un nuevo diálogo interno. Para ello debemos realizarnos una última pregunta: 

  1. ¿Qué es lo que me ayudaría decirme a mí misma? Esta pregunta puede suponer un reto, pero es tan simple como pensar en aquello que le diríamos a alguien que queremos o en lo que nos dirían aquellas personas que nos hacen sentir bien. Para estar bien, es importante comenzar a hablarnos de un modo agradable. 

Una vez que somos conocedoras de esta información podemos asumir nuestra responsabilidad y tratar de cambiar aquello que nos decimos siempre por aquello que nos hace bien decirnos.  Si este diálogo es demasiado agresivo o sientes gran malestar es recomendable que acudas a la consulta de un psicólogo/a.  

 

MAría Domínguez

2 Comments

  • Dolores Picón Somoza dice:

    Hola María, con esta publicación estás ayudando y enseñando de qué forma lo podemos hacer, para sentirnos bien no sólo uno mismo sino también los que nos rodean. Gracias por compartir .

  • Maria Padilla dice:

    Gracias por tu aportación Dolores. Dentro de poco sacaremos un foro… un sitio donde compartir con profesionales detrás que nos puedan dar una información acertada e incluso herramientas.

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