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La adolescencia es una de las etapas del desarrollo en el que mayor número de cambios, tanto físicos como emocionales, experimentamos. Es un periodo crítico en el que los adolescentes empiezan a consolidar su identidad y a enfrentarse a nuevos retos y desafíos. Los cambios hormonales propios de esta edad se manifiestan en el físico de los adolescentes, lo cual, dada su necesidad de aceptación y pertenencia a su grupo de iguales, puede generan en ellos una gran presión y afectar negativamente tanto a su autoconcepto como a su autoestima.
Podemos definir la autoestima como la valoración que realizamos de nosotros mismos, basándonos en nuestras experiencias, pensamientos y emociones. Dicho de otra forma, es la manera en la que nos sentimos con nosotros mismos, con nuestros comportamientos, actitudes, logros y fracasos. Es la relación que tenemos con nuestro “yo”, relación que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida y va a ser clave para nuestro desarrollo emocional y nuestra salud psicológica.
Hay factores que hacen especialmente vulnerables a los adolescentes en lo que se refiere a la formación y consolidación de su autoestima. La influencia de los medios de comunicación y la exposición que tienen a las redes sociales no hace más que fomentar esa necesidad de comparación con los otros y esa preocupación excesiva por controlar la imagen que proyectan, por intentar alcanzar esos cánones de belleza y éxito que han idealizado.
Las consecuencias de una baja autoestima pueden ir desde problemas de estrés, ansiedad y depresión, dificultad para manifestar los sentimientos y mantener relaciones saludables con los demás, falta de motivación, dificultades académicas, conflictos familiares, relaciones disfuncionales con amigos y parejas, falta de planes a futuro, por miedo al fracaso, trastornos alimenticios, pudiendo incluso llegar a caer en adicciones o realizar acciones violentas o ilegales, inducidos por otros, al querer sentirse parte de un grupo a toda costa. Estos adolescentes, además, tienen más probabilidad de ser víctimas de maltratos y abusos al no ser capaces de oponerse y expresar sus opiniones con firmeza, por falta de asertividad y miedo a sufrir rechazo.
Es fundamental dotar a los adolescentes de herramientas que les ayuden a superar las dificultades propias de la edad y a fortalecer una autoestima saludable, aumentando su confianza en sí mismos.
Un entorno familiar en el que se sientan seguros y validados, en el que puedan expresar sus sentimientos, miedos y preocupaciones sin ser juzgados, en el que se les permita explorar, pero a la vez se les proporcione apoyo, tanto emocional como físico, es esencial. Fomentar su autonomía, ayudarles a identificar sus habilidades y fortalezas y desarrollarlas, quitando el foco del perfeccionismo y la exigencia desmesurada, poniéndolo en la importancia del esfuerzo y el progreso más que en los resultados.
Promover las relaciones saludables, mostrándoles la importancia de rodearse de personas que les valoren y apoyen, enseñándoles al mismo tiempo lo perjudicial que es la comparación continua con los otros y la importancia de la aceptación y la diversidad.
Con todo esto conseguiremos ayudar a los adolescentes a enfrentarse de una forma más adaptativa a su día a día, a los retos futuros, les ayudaremos a ser más resilientes y a valorarse de una forma más positiva, con lo que mejoraremos su bienestar, sus relaciones personales y sociales y reduciremos notablemente los riesgos que, como hemos visto, conllevan el tener una autoestima baja.

Silvia Antorán Jaroso.

 

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