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Nuestra querida Diana Jimenez pone fin a sus prácticas clínicas del Máster General Sanitario con otro gran trabajo por su parte, en este caso un artículo verdaderamente interesante donde trata la dependencia emocional y sus múltiples aristas.

 

Estamos muy felices de tenerte por aquí y entendemos que si has llegado hasta aquí es porque el tema te interesa, así que esperamos que estas líneas te sirvan para repasar/comprender conceptos relacionados con la dependencia emocional, su procedencia…

Empezamos la casa por el tejado, y antes de hablar sobre “dependencia emocional” nos gustaría repasar qué es la independencia emocional y cuáles son sus manifestaciones.

La independencia emocional es un patrón de pensamiento y comportamiento que nos permite vivir día a día sin la necesidad de depender emocionalmente de otras personas (siempre teniendo en cuenta que somos seres sociales y por tanto necesitamos relacionarnos con otros). La independencia emocional se manifiesta permitiéndonos:

Gestionar el miedo a ser abandonadxs,
Anteponer la perseverancia de la propia identidad frente a las exigencias/expectativas del otrx,
Comunicarnos de forma asertiva teniendo en cuenta nuestras necesidades,
Sentirnos capaces,
Entender que el amor no es cuestión de pertenencias…

El término “dependencia emocional” está muy extendido en nuestra sociedad, pero… ¿a qué nos referimos con dependencia emocional? Y lo más importante, ¿de dónde viene dicha dependencia?

La dependencia emocional se define como un patrón estable que trata de satisfacer, de forma desadaptativa, necesidades emocionales propias con otras personas.

Gran parte de la literatura, indica que las causas del desarrollo de dicho patrón se sitúan en la infancia y en la teoría del apego de Bowlby. Dicha teoría, expone que desde el momento del nacimiento necesitamos contar con personas encargadas de suministrarnos cuidados, denominadas “figuras de apego”. La relación mantenida con dichas figuras nos permitirá desarrollarnos social y emocionalmente, además de crear esquemas cognitivos que ejercen influencia en las dinámicas sociales a largo plazo. Dichos esquemas están relacionados con tu forma de ser, de pensar, de actuar y, por lo tanto, de relacionarte. Dependiendo de cómo estén construidos resultarán más o menos adaptativos, tanto en la relación contigo mismo,como en las relaciones con las personas que nos rodean.

Os traemos algunos de los esquemas desadaptativos que encontramos en relación con la dependencia emocional, tomado del libro del divulgador y psicólogo Walter Riso: guía práctica para vencer la dependencia emocional.

Antes de comenzar a leerlos, nos gustaría aclarar que los sentimientos no deben formar parte del juicio. Por ello te invitamos a leer dichos esquemas, alejándote de la culpa y acercándote a la responsabilidad, es decir; si me siento identificado con alguna de las siguientes afirmaciones ¿qué puedo hacer para mejorar?

Incapacidad (“yo solo no puedo”):

Déficit: baja autoeficacia/ autoconfianza
Miedo: desamparo y desprotección (soledad)
Apego: a la fuente de seguridad interpersonal

“No merezco ser querido”

Déficit: baja autoestima
Miedo: al desamor (soledad)
Apego: a las manifestaciones de afecto

Abandono (“Si alguien llega a quererme se aburrirá de mí)

Déficit: vulnerabilidad a las rupturas
Miedo: al abandono/separación (soledad)
Apego: a las señales de permanencia

Fracaso (“Nadie me admira”)

Déficit: bajo autoconcepto
Miedo: a la desaprobación/desprecio
Apego: a la admiración/reconocimiento

Falta de asertividad (“Debo negociar mis principios con tal de mantener la relación”)

Déficit: baja asertividad/bajo autorrespeto
Miedo: a ejercer o defender los derechos
Apego: a tener contento al otro, a su consentimiento

Y ahora que ya se lo que es, e intuyo de donde podría venir, ¿cómo puedo identificar si la dependencia emocional está presente en mis relaciones?

A continuación, os dejamos algunas de las manifestaciones que ayudan a reconocer la dependencia emocional:

Temor al rechazo, abandono o perdida de la persona amada que lleva a pensamientos obsesivos, preocupaciones, conductas hipervigilantes, de control…
Miedo a la soledad.
Necesidad de muestras de afecto constantes que cuando no se obtienen llevan a cambios conductuales, ansiedad, tristeza….
Idealización de la persona amada, y la consecuentetolerancia a conductas dolorosas.
Reducción de actividades de ocio, debido a que no se concibe realizar actividades ajenas a la pareja.

Puede que te hayas sentido identificado con ninguna, alguna o todas las afirmaciones anteriores, pero nos gustaría aclarar que el objetivo de dichas afirmaciones es la identificación de aspectos en los que podrías mejorar.

El primer paso para vencer la dependencia emocional es aceptar que está presente en la relación. Sabemos que a pesar de ser el primero, es el paso más complicado, porque aceptarlo implica ser consciente de la realidad y realizar algunos cambios que nos sacan de nuestra zona de confort.

Si consideras que es un proceso que te gustaría realizar acompañado de un profesional, no dudes en pedir ayuda. Si las dificultades económicas son un impedimento para ti, desde Capital ofrecemos un servicio gratuito a personas con dificultades económicas.

Bibliografía

Laca Arocena, F. A., & Mejia Ceballos, J. C. (2017). Dependencia emocional, consciencia de presente y estilos de comunicación en situaciones de conflicto con la pareja. Enseñanza e Investigación en Psicología, 66-75.

Riso, W. (2013). Guía práctica para vencer la dependencia emocional. Phronesis SAS.

Bowlby, J. (2014). Vínculos afectivos. Formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Ediciones Morata S. L.

 

Diana Jimenez.

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