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El pasado 13 de enero, fue el día mundial de la lucha contra la depresión y el lunes 16 oiríais hablar del cada año más conocido “Blue Monday” el supuesto día más triste del año.

Estas fechas son útiles para reivindicar la lucha contra la depresión, un problema de salud mental que tiene cura si se trabaja adecuadamente en ello.

La depresión es silenciosa, y no tiene edad, tanto niños como adultos pueden sufrir depresión. Va poco a poco afectando a la persona en su día a día, en su ámbito laboral o escolar, en sus relaciones personales, en su relación consigo mismo. 

Se caracteriza por una apatía que se mantiene en el tiempo, una baja motivación, baja autoestima, un esfuerzo extra para hacer tareas cotidiana, irritabilidad, desesperanza… El síntoma, el malestar, viene para contar una historia. Siempre hay una vivencia dolorosa tras esta sintomatología, refiriéndonos a situaciones del pasado que han afectado a la persona y no están resueltas si no evitadas, bloqueadas  o desconectadas.  A nivel emocional quien tiene estados depresivos siente tristeza, rabia, culpa, vergüenza, miedo, vacío, soledad, indefensión…

En los casos más graves, la persona que se va aislando de su círculo puede incluso ver afectada su personalidad si esta tendencia se cronifica, cursando con otros trastornos. Las personas que sufren un trastorno depresivo tienen un riesgo de suicidio 21 veces superior al de la población general por lo que es fundamental el trabajo en su prevención y desdelos primeros síntomas, realizar un correcto abordaje.

Una persona que tiene depresión no quiere tener depresión; sin embargo, las estrategias de afrontamiento que haya podido ejecutar ante situaciones problema no han sido eficaces y se trata de, que con ayuda psicológica, la persona tome conciencia y contexto sobre lo que le ocurre, genere cambios en esas estrategias; así como trabajo de comprensión y psicoeducación para entender que cada comportamiento cumplió una función y sirvió para ayudar, aunque haya sido disfuncional. La terapia cognitivo conductual es la base, pero existen otras técnicas con evidencia científica más avanzadas como EMDR que facilitan el reprocesamiento de experiencias dolorosas, haciendo que esa información guardada en la memoria emocional pueda procesarse de una forma adaptativa y no disfuncional. Además, en la mayoría de ocasiones, quien tiene depresión también tiene ansiedad, por lo que trabajar en regular las emociones resulta esencial para ir aliviando procesos y mejorar el autocuidado.

Una persona con depresión necesita, además de terapia, un entorno que entienda y no invalide; que no juzgue; que no siempre de consejos no pedidos, si no escucha activa y acompañamiento. Necesita que se respeten sus tiempos. Cada persona tiene su ritmo. 

No se trata de luchar contra algo que es consecuencia de muchas circunstancias, si no visibilizar la depresión y recomendar a quien lo sufra solicitar ayuda psicológica para poder recuperar el control de su vida.

 

Laura Martín de la Plaza, Psicóloga General Sanitaria en Capital Psicólogos.

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