La ansiedad es uno de los problemas de salud mental más frecuentes en la población, según las cifras del ministerio de sanidad en España el 88,4% de las mujeres y el 45,2% de los hombres padecen este problema, si llevamos estos porcentajes a cifras totales nos encontramos con que más de 32 millones de personas sufren este trastorno en nuestro país (aproximadamente 32.314.555 personas), el lector de este artículo tras ver las cifras (y probablemente sorprenderse) se habrá dado cuenta de la magnitud real de problema.
Ahora la pregunta que toca hacerse es: ¿Cuáles son los síntomas de ansiedad más comunes?
Basándonos en los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) nos encontramos que las personas con ansiedad sufren de nerviosismo, problemas para concentrarse, insomnio y tensión muscular entre muchos otros síntomas. Quizás al lector lo descrito le suene de algo por haberlo vivido en sus propias carnes en algún momento o incluso por estarlo viviendo en este mismo instante.
Como consecuencia de lo descrito la persona con ansiedad ve reducida de forma leve y a veces drástica su calidad de vida, todos nos hemos pasado una noche en vela por tener que preparar un examen o por salir a tomar algo por la noche. ¿Cómo fue el día siguiente tras haber dormido poco o nada? Probablemente el sentimiento de fatiga nos impidió tener un día productivo o incluso agradable, las personas con un grado alto de ansiedad pueden llegar a sufrir este tipo de dificultades a diario, además las personas con ansiedad pueden tener diferentes comorbilidades como varios trastornos de ansiedad al mismo tiempo. Imagine el lector sufrir insomnio, problemas de concentración y no poder usar el metro por sentir un miedo tan grande (fobia) que crees que te vas a morir de un infarto. Lógicamente esta situación resulta bastante problemática para llevar un día a día de calidad.
¿Qué hay de lo que no se ve? Lo mencionado hasta ahora es algo fácilmente perceptible por la persona que padece el problema, incluso a veces por las personas que la rodean, pero… ¿hay algo más? La respuesta es sí, cuando nos encontramos en “modo ansiedad” nuestro cuerpo libera cortisol, para el no conocedor de esta sustancia el cortisol es una hormona esteroidea producida por la glándula suprarrenal como consecuencia del estrés, los efectos en el cuerpo de esta liberación son entre otros el aumento de glucosa en sangre, lo que como consecuencia nos produce un pico de energía que nos permite hacer frente de forma más efectiva a una amenaza ambiental (estaríamos hablando de la fase de contrachoque dentro del ciclo de choque, contrachoque y agotamiento)
Como el lentor supondrá el cortisol es una hormona que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de los siglos, sin embargo, si bien el cortisol es necesario para hacer frente a una situación puntual cuando esta hormona se mantiene alta por mucho tiempo en nuestro organismo las consecuencias pasan a ser negativas, sufriendo cambios en el peso corporal, altos niveles de tensión arterial o problemas emocionales entre otros.
En este punto el lector puede haber llegado a tener una visión bastante pesimista del asunto, sin embargo, no todo está perdido, además de la ayuda profesional que nos proporcionaría un psicólogo las personas podemos establecer una serie de rutinas y actividades en el día a día que nos ayudaran a reducir nuestro nivel de estrés lo que nos permitirá evitar o al menos reducir los molestos síntomas y problemas comentados antes.
Empecemos por lo más básico, evita los estimulantes como las bebidas energéticas o la cafeína, tu cuerpo ya está lo suficientemente activado, evita activarlo más. Haz ejercicio o meditación al menos 3 veces por semana, ambas actividades nos ayudaran a relajarnos y reducir el estrés, unas personas prefieren el ejercicio (como es mi caso) y otras la meditación, pero es importante saber que ambas son perfectamente compatibles (aunque en momentos diferentes del día). Limpia tu alimentación o al menos trata de comer un poco más sano (los alimentos ultraprocesados no te están ayudando y te provocan inflamación, trata de reducirlos) dedícate tiempo para estar con tus seres queridos y hacer algo que te guste, algunas personas están tan sumergidas en las tareas del día a día que olvidan lo demás, el autocuidado es importante, dedícate tiempo a ti y a los demás.
Para finalizar el artículo me gustaría animar al lector a implementar alguno de los hábitos mencionados justo encima de estas líneas, incluso aunque no sufra de estrés estos le ayudaran a llevar una mejor calidad de vida, además si su caso fuese complejo o le costase reducir su ansiedad por si mismo le invito a contactarnos para así poder trabajar conjuntamente en mejorar su calidad de vida.
Un cordial saludo y hasta el próximo artículo.
Álvaro Marcelo Sánchez,
psicólogo cursando sus prácticas del Máster General Sanitario de la Universidad Europea con nosotros.
¡Toda una joya!