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En Psicología, llamamos apego a ese vínculo emocional especial y duradero que se forma entre una persona, desde el momento del nacimiento, y una figura significativa en su vida, generalmente un cuidador principal, como la madre, el padre o una figura de crianza.

Este concepto se originó en la Teoría del Apego desarrollada por el psicólogo británico John Bowlby en la década de 1950.
El apego es una parte fundamental del desarrollo humano y tiene una importancia notable en la forma en que las personas interactúan con los demás, la forma en que regulan sus emociones y cómo perciben las relaciones personales y el mundo en general. Un apego seguro y saludable en la infancia es crucial para el desarrollo emocional y social en la vida adulta.
La investigadora Mary Ainsworth, identificó cuatro estilos principales de apego que pueden desarrollarse en la infancia y que con toda seguridad van a influir en cómo la persona se va a relacionar con los demás a lo largo de su vida.

Los cuatro estilos principales de apego, identificados son:
● Apego seguro, que se caracteriza por relaciones cercanas y afectivas entre el niño y sus figuras de apego, lo que le proporciona una sensación de seguridad, confianza y protección. Cuando un niño tiene un apego seguro, se siente cómodo explorando el mundo que lo rodea y sabe que puede regresar a sus cuidadores para obtener apoyo emocional y físico cuando lo necesite.
El apego seguro también está relacionado con relaciones saludables de intimidad y cercanía con otras personas en la edad adulta, ya que la confianza se ha desarrollado de forma correcta.

● Apego evitativo. Las personas que desarrollan este tipo de apego suelen evitar la cercanía emocional, la dependencia de los demás y la intimidad en sus relaciones, mostrando una tendencia a mantener cierta distancia emocional y física. Pueden tener dificultades para expresar sus emociones o pedir apoyo cuando lo necesitan, también suelen ser vistas como independientes y distantes o frías, ya que tienden a mantener una imagen de autosuficiencia para evitar parecer necesitadas o dependientes de los demás.
Es importante tener en cuenta que esto no significa que no busquen relaciones, sino que pueden sentir cierta incomodidad o ansiedad cuando las relaciones se vuelven demasiado íntimas o intensas emocionalmente.
Este patrón de apego puede desarrollarse en la infancia como resultado de experiencias en las que las figuras de cuidado no estuvieron disponibles o fueron insensibles a las necesidades emocionales del niño. Si el niño aprende a suprimir o reprimir sus emociones y necesidades para evitar el rechazo o la decepción, puede desarrollar este estilo de apego evitativo como una forma de protegerse emocionalmente.

● Apego ansioso o ambivalente. En este caso las personas tienden a tener una preocupación excesiva y una necesidad de cercanía emocional con sus figuras de apego (como padres o parejas). Suelen experimentar inseguridad y dudas sobre el amor y el afecto que reciben de los demás y presentan una serie de características y comportamientos distintivos:
-Buscan constantemente la aprobación y la atención de sus figuras de apego.
-Tienen miedo al rechazo y la posibilidad de ser abandonados.
-Pueden ser emocionalmente dependientes de sus parejas o figuras de apego.
-Tienden a tener reacciones desproporcionadas ante situaciones de separación o distancia emocional.
-A menudo se sienten insatisfechos, necesitan constantes muestras de afecto y requieren una validación constante de su autoestima.
-Pueden mostrar comportamientos celosos o posesivos en sus relaciones.
Estas respuestas ansiosas suelen surgir debido a experiencias tempranas de crianza que no proporcionaron un ambiente de seguridad emocional.

● Apego desorganizado. Este estilo de apego se caracteriza por una combinación de conductas contradictorias o ambivalentes. Las personas con un apego desorganizado pueden tener dificultades para regular sus emociones y pueden experimentar miedo o confusión en las relaciones.
Los psicólogos estudian el apego para comprender cómo se desarrollan estos estilos en la infancia y cómo pueden influir en el comportamiento y las relaciones en la vida adulta.

 

En resumen, el apego es un tema central para los psicólogos, ya que tiene un impacto significativo en el desarrollo emocional y relacional de las personas. A través de la terapia y la exploración de las experiencias de apego temprano, los psicólogos pueden ayudar a los pacientes a comprender mejor cómo sus patrones de apego influyen en sus vidas y cómo pueden desarrollar relaciones más saludables y satisfactorias.
Es importante destacar que el estilo de apego no es permanente, y las personas pueden cambiar o adaptar su forma de relacionarse a lo largo del tiempo a través de experiencias y relaciones más positivas.
La terapia y la autoconciencia pueden ser útiles para aquellas personas que deseen explorar y modificar su estilo de apego si sienten que les está causando dificultades en sus relaciones.
Existen varias técnicas y terapias que pueden ayudar a tratar problemas relacionados con el apego, por ejemplo, Terapia de apego basada en la mentalización, Terapia de juegos, Terapia familiar y Terapia cognitivo conductual.

 

 

Diego Bernárdez Carrasco.

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