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Nuestra querida Teresa, psicóloga encargada de prestar atención en Capital los fines de semana, ha escrito un interesantísimo artículo dirigido al entorno y familiares de una persona con un diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad.

Conocer qué es, cómo puede llegar a afectar a las personas que conviven con algún diagnosticado y la relevancia que tiene en la mejoría de su ser querido el recibir una adecuada psicoeducación.

    En primer lugar, es importante entender que las diferencias existentes entre dos personas que cumplen los mismos criterios diagnósticos pueden ser abismales. Por ello, la utilidad de este artículo reside en considerar aquello que resulte relevante al lector, entendiendo que las generalizaciones realizadas no necesariamente reflejan su vivencia.

¿Qué es el TLP?

    Según el DSM-5, los criterios diagnósticos del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) son los siguientes:

    Patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:

1. Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado. (Nota: No incluir el comportamiento suicida ni de automutilación que figuran en el Criterio 5.)

2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.

3. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.

4. Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (p. ej., gastos, sexo, drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios). (Nota: No incluir el comportamiento suicida ni de automutilación que figuran en el Criterio 5.)

5. Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, o comportamiento de automutilación.

6. Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo (p. ej., episodios intensos de disforia, irritabilidad o ansiedad que generalmente duran unas horas y, rara vez, más de unos días).

7. Sensación crónica de vacío.

8. Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira (p.ej., exhibición frecuente de genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).

9. Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves.

 

    El TLP afecta aproximadamente al 1,2% de la población general, con una relación mujer-hombre 3:1, y debe ser diagnosticado por especialistas, como tarde entre los 18 y 21 años.

    Los síntomas que mejor definen este trastorno son la inestabilidad del ánimo y la impulsividad. Esta última, presenta su pico vital entre los 15 y 35 años, por lo que suele ser una etapa altamente complicada: es donde hay un mayor riesgo de autolesiones, reacciones de ira desproporcionadas, promiscuidad sexual, abuso de drogas… Mientras la impulsividad desciende, la labilidad emocional prevalece, el vacío emocional tiende a mantenerse constante. Esta inestabilidad se manifiesta en momentos de disforia, irritabilidad o ansiedad con una duración variable.

    Al tratarse de un trastorno de la personalidad, no se “cura”, aunque con el tratamiento psicológico y psiquiátrico adecuado, puede tener un pronóstico medianamente favorable. La persona con TLP y su entorno pueden desarrollar estrategias para manejar situaciones complicadas.

¿Cómo me afecta a mí el TLP de mi ser querido?

    Las personas con TLP suelen tener una necesidad imperante de vincularse. Sus elevadas exigencias en cuanto a lo que esperan de sus relaciones sociales suelen desembocar en una sensación asfixiante para las personas allegadas. La persona con TLP, debido a que no encuentra a nadie que cumpla con sus criterios y es hipervigilante ante cualquier atisbo de distanciamiento, tiende a desvalorizar al otro e incluso vivirlo como persecutorio. La oscilación entre la idealización y devaluación de sus allegados, asociada a una visión “blanco o negro”, puede hacer que la persona con TLP pase del amor al odio en cuestión de minutos, con lo que esto supone para las personas a su alrededor.

    Además, mucha gente con TLP vive tan desbordada por sus propias emociones, que les es difícil atender e interpretar las necesidades y sentimientos de otros, desde una perspectiva ajena.

    Todo ello genera elevados niveles de malestar y tensión en la familia. El desgaste emocional, la violencia doméstica, la sensación de culpa, el agotamiento, el estrés crónico, la preocupación constante, la falta de apoyo y de herramientas, las situaciones traumáticas…Es muy frecuente que en familias donde existen personas con este trastorno, se observen otros problemas de salud mental, que interfieren con el diagnóstico inicial.

    A menudo los allegados de las personas con TLP sienten elevados niveles de ambivalencia. Quieren a la persona, pero al mismo tiempo el daño que les causa les genera mucho malestar. Por ello, es frecuente encontrar a familiares sumidos en un dilema respecto a cómo hacer en esta situación. Por un lado, la sobreprotección y la extrema comprensión surgen del miedo a que la persona se involucre en situaciones dañinas, pero al mismo tiempo resulta muy cansado y contraproducente. Por otro, se sabe que poner límites puede resultar beneficioso para todos/as, pero se temen las consecuencias que esto pueda tener. Es muy difícil encontrar el equilibrio entre apoyar y establecer unos límites sanos, sin resultar sobreprotector e hipervigilante, pero tampoco desapegado.

¿Qué papel desempeño yo como allegado de la persona con TLP?

    Como se explica anteriormente, se trata de un trastorno complejo, que requiere de conocimientos y habilidades que no poseemos los ciudadanos de a pie. Por ello todos/as los/las profesionales abogan por la importancia de    acudir a servicios especializados en esta problemática.

    La implicación familiar en la intervención terapéutica influye en un mejor pronóstico de la enfermedad mental. Además, se relaciona con la menor incidencia de trastornos adicionales familiares. Se concluye que son las intervenciones mixtas (individuales y familiares), las más útiles y efectivas.

El abordaje con las familias es principalmente psicoeducativo. Se suelen tratar los siguientes puntos:

  • Dar información sobre el trastorno

  • Proporcionar apoyo en situaciones de crisis

  • Aprender habilidades de comunicación

  • Aprender habilidades de resolución y afrontamiento de conflictos

    Además, si se detectan otras patologías o traumas previos del sistema familiar, es recomendable el trabajo psicoterapéutico más profundo, con el fin de favorecer u mayor bienestar individual y familiar.

¿A quién acudo? ¿Dónde puedo buscar ayuda?

    A continuación, se indican asociaciones especializadas en el TLP, que pueden resultar de ayuda para cualquier persona que padezca TLP o que conozca a alguien que lo padece.

    Estas asociaciones sin ánimo de lucro poseen programas para psico-educar a familiares de personas con TLP, así como espacios de encuentro y grupos de ayuda mutua en los que personas en situaciones similares comparten vivencias y se muestran apoyo.

    Muy recomendable también es el libro “Vivir con una persona con TLP. Una guía clínica para familiares y allegados”, de Álvaro Frías.

 

Referencias

Alba, P. (2022). Estudio cualitativo sobre las necesidades y experiencias de los familiares de personas con     trastorno límite de la personalidad atendidas en las unidades de salud mental comunitaria de la ciudad de     Huelva. NURE investigación: Revista Científica de enfermería, (116).

American Psychiatric Association. (2014). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.

Frías, A. (2017). Vivir con trastorno límite de la personalidad. Desclée de Brouwer. 

Giffin, J. (2008). Family experience of borderline personality disorder. Australian and New Zealand Journal of     Family Therapy, 29(3), 133-138. 

Rodríguez-Moya, L. y Peláez, J. C. (2013). Terapia familiar en los trastornos de personalidad. [Family therapy     in personality disorders]. Acción psicológica, 10(1), 75-84. http://dx.doi.org/10.5944/ap.10.1.7035

Teresa Ruiz Lozón de Cantelmí.

 

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