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Vivimos en un momento en el que los niños cuentan con nuestra atención y nuestros cuidados, probablemente como nunca antes, y cuando digo esto, no quiere decir que lo hagamos mejor que lo hacían los padres de antes (que eran más intuitivos) sino que ahora lo que tenemos es mucha más información. Es frecuente que los padres de hoy, se informen de una u otra forma (leyendo, viendo programas de televisión o escuchando a los expertos en la radio), cómo mejorar nuestra interacción con ellos.

En este artículo me gustaría poner la atención en un aspecto que aún no tiene tanta atención como precisaría, esto es conocer cómo se desarrolla el cerebro de los niños y por tanto saber cómo utilizar las situaciones de la vida cotidiana para que el desarrollo cerebral del niño se realice de una forma óptima. El cómo gestionemos los pequeños retos que la vida junto a nuestros pequeños, dependerá en gran medida, su adecuada integración cerebral.

Daniel J. Siegel en su libro “El cerebro del niño” nos habla de las “12 estrategias del cerebro pleno”, a continuación paso a exponer cuáles son esas estrategias:

Nº 1 “Conecta y redirige: deslízate por las olas emocionales”

Cuando un niño tiene una conducta que desde nuestra lógica no entendemos, muy probablemente se debe a que no estamos conectando con su emoción. O sea, el niño se está expresando desde su hemisferio derecho (emocional) y nosotros lo analizamos desde nuestro hemisferio izquierdo (lógico).
Para que la interacción sea más adecuada primero deberíamos conectar con su hemisferio derecho, tratando de entender su emoción, buscando algo que nos haya pasado y nos ayude a comprenderle y una vez que él se sienta escuchado y comprendido estará más predispuesto a escuchar nuestra lógica.

Nº 2 ” Ponle un nombre para domarlo: cuenta historias para aplacar las grandes emociones”

Es frecuente que cuando un niño nos cuenta algo que le ha pasado y le hace sentir mal intentamos restarle importancia, creyendo que así lo olvidará y se le pasará el malestar. Es muy posible que lo que consigamos con eso sea que nuestro hijo de nuevo piense que lo que estaba sintiendo es inadecuado y aprenda a negar como forma de solución.
En este caso sería más adecuado para su desarrollo emocional que nos pueda contar lo que le haya pasado tan ampliamente como quiera, es más, sería recomendable poder ayudarle con preguntas para completar la información de lo sucedido y a continuación ayudarle con una explicación nuestra que ponga palabras a sus sentimientos.

Nº 3 “Activa, no enfurezcas: apela al cerebro superior”

Cuando un niño está enfadado y en ese momento está activo su cerebro inferior y expresa su enfado con un ¡te odio mamá!, es bastante habitual que respondamos con una frase que reprima esa forma de expresarse y pretenda zanjar la conversación. Puede ocurrir que la niña se calle, pero dejará inactiva la parte superior (reflexiva), seguirá enfadada y no se sentirá entendida.
En este caso resultaría más productivo para poder activar su cerebro superior, mostrar empatía hacia su enfado, ofreciendo a continuación la posibilidad de continuar enfadada o bien poder buscar soluciones a aquello que le ha generado tanto malestar.

Nª 4 “Úsalo o piérdelo: ejercita el cerebro superior”

En muchas ocasiones damos la respuesta a nuestro hijo de lo que debe hacer cuando nos encontramos en una situación que pensamos que no sabe resolver por sí solo. Esta forma de proceder se vería más completa si a través de preguntas dejamos que el niño vaya llegando a la solución del problema.

Nª 5 “Muévelo o piérdelo: mueve el cuerpo para no perder la cabeza”

Cuando nuestros hijos están desbordados emocionalmente apelar a las órdenes imperativas para reconducirles a un comportamiento más adecuado no siempre es lo más eficaz. Por el contrario será mejor ayudarles a que a través del movimiento corporal (dar saltos o correr) se pueda producir la integración de su cerebro superior e inferior, que había quedado bloqueado por la intensidad emocional (ira, miedo…)

Nº 6 “Usa el mando a distancia de la mente: reproduce los recuerdos”

mente infantil

Cuando detectamos una emoción en nuestros hijos que consideramos “negativa” (miedo, enfado…) que tiene su origen en una situación del pasado, lo que frecuentemente solemos hacer es intentar restarle importancia y decirles que eso ya pasó y no debería seguir haciéndoles sentir así. En lugar de eso puede resultar mucho más efectivo que nos cuente lo que pasó, reconocerles que si les sigue afectando es mejor que hablen de ello y ver qué son capaces de recordar. Descubre nuestra terapia infantil en Madrid.

Nº 7 “Acuérdate de recordar: convierte el acto de recordar en parte de la vida cotidiana de la familia”

Cuando preguntamos a nuestros hijos, después de un largo día de colegio, qué tal les fue el día es frecuente que nos respondan con un “Bién” y ya. Será bastante más fácil para ellos y productivo para que nosotros podamos conocer lo que les ha pasado en su día que vayamos haciendo preguntas concretas “¿Qué es lo que más te ha gustado hacer hoy? Y ¿Qué ha sido lo menos bueno?”

Nº 8 “Deja pasar las nubes de las emociones: enseña que los sentimientos vienen y van”

Es importante que los niños acepten emociones de las que llamamos “negativas”, que realmente no lo son, ya que toda emoción tiene que tener su espacio en nosotros para responder a las distintas situaciones que nos encontramos en el día a día. Lo que conviene es que nuestros hijos las vean como circunstancias temporales, no estables en el tiempo. Es normal sentir tristeza, pero es muy reconfortante saber que se pasará, como las nubes….

Nº 9 “La criba: presta atención a lo que pasa dentro”

Cualquier padre habrá pasado por una situación en la que su hijo manifiesta un miedo a algo que los padres entendemos como “irracional” (monstruos, brujas…). Desde nuestra lógica, una vez más, les explicamos que no existen y que no le va a pasar nada. Esto no suele dejarles muy tranquilos. Por lo contrario será más beneficioso, una vez más empatizar, es normal que si tienen dichas imágenes en su cabeza estén atemorizados, entonces vamos a ayudarles a cambiar esas terroríficas imágenes por otras más divertidas.

Nº 10 “Ejercita la visión de la mente: el regreso al disco central”

Ante una situación que les da miedo en lugar de restarle importancia y negar, podemos primero comprender su emoción y luego intentar sugerirle una situación que le produzca calma para que la tengan en su mente y para acoger la situación que le genera la emoción de miedo con más recursos.

Nº 11 “Aumenta el factor diversión en la familia: procura disfrutar con la compañía del otro”

Cuando nuestro hijo está oponiéndose a la forma en que hacemos algo, en lugar de enfadarnos y generar más tensiones, resultará más eficaz para todos que sigamos haciéndolo como hemos decidido hacer pero introduciendo el sentido del humor para recoger su mensaje de oposición y acabar convirtiendo su irritabilidad en risas.

Nº 12 “Conecta a través del conflicto: enseña a los niños a discutir pensando en un “nosotros”

Ante la narración de un problema que nuestro hijo ha tenido con otro niño, si le quitamos importancia y le decimos que marque distancia con ese otro niño perderemos la oportunidad de intentar la resolución de un conflicto teniendo en cuenta al otro. Será más constructivo a través de preguntas saber más ampliamente qué pudo pasar y ayudar con esas preguntas a que comprenda al otro.
Claro está que no podemos actuar en todas las situaciones que nos plantean los retos emocionales con estas respuestas óptimas, pero conocerlas nos ayudará a intentar mejorar la educación emocional de nuestros hijos.


Concepción Martos
Psicólogos en Madrid

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